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domingo, 22 de agosto de 2010

Tres meses de prisión por matar a un gato

levo un tiempo siguiendo este caso vía menéame. Resulta que hace unos meses una “persona” de Barcelona mató, en presencia de su mujer, a un gato a palos, literalmente. Cuando fue descubierto por la dueña del gato, alarmada por el ruido, intentó esconder al felino, ya moribundo, debajo de un coche y negó los hechos a pesar de los testigos que lo habían visto. El gato murió en los brazos de su dueña minutos más tarde. Yo, personalmente, soy incapaz de imaginarme la desesperación, rabia y frustración que tuvo que correr por las venas de la dueña del pobre animal y el trauma que se debe quedar tras vivir esa tremenda situación.

Obviamente denunció al energúmeno, por decir algo, que hizo tal cosa. El pasado día 5 el juzgado penó a este hombre a tres meses de cárcel y a pagarle a la dueña 600 euros como indemnización. Sinceramente, no creo que esta pena haga justicia a tal hecho, pero hemos de admitir que, al menos, es algo. Muchas otras veces se han cometido atrocidades semejantes y no se han tomado medidas por lo que supongo que es un paso adelante en este tipo de situaciones.

Aún así, para mí, es una condena ridícula en comparación al sufrimiento de la dueña y los daños, miedo y agonía del gato.

Se puede leer la noticia en El País que también publicó la noticia antes de saber que la dueña denunciaría los hechos.


El gato en el Antiguo Egipto

¿Sabías que la famosa forma rasgada de los ojos que se pintaban las egipcias venía de su adoración a los gatos?

Pues sí, y es que está claro que las antiguas religiones politeístas estaban en directa relación con los animales y su adoración. A menudo eran considerados dioses y, como tales, respetados.

Especialmente en Egipto, donde cada dios poseía la cabeza de un animal. Esto no era debido a una simple casualidad o modo de representación al azar. En absoluto. Si los egipcios representaban a una divinidad con cabeza animal era porque ese animal concreto reunía muchas de las particularidades que eran adoradas en su religión, de forma que se pensaba que ese animal era, en sí mismo, la forma terrenal de algunos dioses.

Eso precisamente es lo que ocurría con el gato y la diosa Bast. Los gatos, debido a esto, adquirieron tal nivel de respeto y adoración que la muerte de un gato, por accidental que fuera, se penaba más duramente que el asesinato de una persona. Cómo han cambiado los tiempos…

Hemos de tener en cuenta también que, para un egipcio, salvar una cosecha era cuestión de vida o muerte. Para esto, mantener a suficientes gatos en el territorio que mataran a los ratones era crucial.

Eran tan queridos que, cuando morían, eran momificados (un proceso que podía llegar a durar más de un mes) y depositados en un sarcófago especialmente diseñado para ellos. Tras esto, eran llevados con un cortejo fúnebre al cementerio.

No hay más que visitar cualquier gran museo arqueológico, como el British Museum de Londres, y encontraréis un sinfín de muestras egipcias del amor por estos felinos, desde momias aún conservadas a esculturas de gran riqueza que mostraban el orgullo felino, además de los adornos corporales tan lujosos que podían llegar a llevar, como pendientes, collares…

Gato Egipcio En El British Museum

Curioso, ¿verdad?

Fuente www.minifauna.com

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