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sábado, 13 de abril de 2013

Los sentidos de los gatos



El mundo de los felinos domésticos es apasionante. Son múltiples las características que permiten calificar a estas mascotas como nocturnas, silenciosas, rápidas y astutas.

Gracias al increíble desarrollo que han experimentado sus sentidos, podemos disfrutar de un animal lleno de vitalidad, pero a la vez independiente y capaz de esconderse en los lugares más remotos. Tienen una capacidad olfativa mayor que la nuestra y, gracias a la forma de la pupila de sus ojos, disfrutaremos de una mirada fascinante.

La mirada del gato es mundialmente conocida, bien por ser capaz de atemorizarnos, bien por su exhuberancia. Tanto es así que los egipcios, que veneraban mucho a este animal, dibujaban con el mismo símbolo al gato y a la visión.

Olor a distancia

gato blanco Con unos 67 millones de células olfativas, la nariz del gato es mucho más potente que la nuestra, sin superar, sin embargo, a la del perro, que posee de tres a cuatro veces más. De hecho, la olfacción interviene poco en la fase de búsqueda de la presa (contrariamente al perro), pero muestra toda su importancia en el momento de su consumación y en las relaciones sociales con sus congéneres y con el hombre.

El gato forma parte de las especies denominadas macrosmáticas, es decir, la zona olfativa de su cerebro está desarrollada. Su umbral de detección de los olores es bajo y es capaz de identificar perfectamente una sola molécula olorosa. Incluso las mezclas químicas más complejas pueden ser reconocidas. Por eso, el simple acto de intentar engañar al felino escondiéndole su medicamento en la comida es prácticamente imposible.

Un bigote detector

Los felinos poseen un sistema olfativo secundario, llamado órgano vomeronasal, capaz de detectar sustancias químicas propias de la especie, las feromonas. Éstas intervienen, en particular, en la marcación del territorio y en la atracción sexual. Para captarlas, los felinos tienen un comportamiento particular, el flehmen, que retrae los belfos superiores entreabriendo la boca en una mueca que da la impresión de que ríen sarcásticamente.

Las vibrisas son largos pelos rígidos extremadamente sensibles que proporcionan información muy preciada sobre el entorno táctil del gato. Están presentes sobre los labios superiores -los famosos bigotes de gato-, sobre los arcos de las cejas, las mejillas e, incluso, en la parte posterior de las patas delanteras. Esenciales para la caza y para orientarse en la noche, funcionan como antenas que permiten una gran detección de objetos móviles o inmóviles gracias a los índices de variación de calor y a las turbulencias. Su longitud extrema evita al gato tropezar con los obstáculos y le ayuda a evaluar la estrechez de un paso para no quedar atascado en él. Muy sensibles a las vibraciones, las vibrisas son barómetros que perciben mucho antes que nosotros la llegada de una tormenta o de una tempestad.

Mirada cautivadora

Este depredador está dotado de una excelente visión crepuscular gracias a la estructura de su retina. Esta membrana sensorial situada en el fondo del ojo posee 200 millones de bastoncillos (células muy sensibles a la luz) frente a los 120 millones de la especie humana. Pero el verdadero secreto del gato es la presencia de un espejo detrás de la retina, el Tapetum lucidum, que refleja la luz no absorbida y da la impresión de que los ojos brillan en la noche. El ojo, órgano sensorial más importante en el gato, es capaz de captar la menor parcela de luz y el más pequeño contraste. En contrapartida, su retina es pobre en conos, fotorreceptores sensibles a los colores: el gato no distingue más que una paleta limitada (el azul, el verde y, posiblemente, el rojo) y no distingue en absoluto los matices.

Aunque vea mal de cerca, este cazador detecta fácilmente, tanto de día como de noche, un ratón a gran distancia: una diferencia de luminosidad y el menor movimiento de su presa es suficiente para detectar su presencia. El oído de un gato está mucho más desarrollado que el nuestro o que el del perro, con una gama de vibraciones percibidas tres veces más amplia, sobre todo en los agudos: percibe los ultrasonidos hasta 60.000 Hz.

Está dotado de un oído musical, puesto que puede distinguir ínfimas diferencias de tono, cualquiera que sea su intensidad. Sus orejas hacen al mismo tiempo de radares, pudiendo orientarse independientemente la una de la otra para localizar la fuente sonora, gracias al juego de una veintena de músculos.

Fuente de información: Royal Canin



Los 10 gatos más raros del mundo



Tener un gato en nuestro hogar es una de las mejores cosas que podemos hacer por los beneficios que aporta a la familia. Todos los amantes de los animales y en concreto de los felinos, sabemos que todos nos harán más que felices. Pero, ¿por cuál nos decidimos? Existe tanta variedad de razas que nunca sabremos que gato escoger para que se adapte mejor a nuestra casa. Ahora bien, existen algunas razas de gatos muy raras y extravagantes ya sea por su singularidad, características físicas o rasgos particulares que queremos que tengáis en cuenta a la hora de adquirir uno.

Sphynx

El gato esfinge que “parece” que no tiene pelo, pero en realidad no es así: su piel está cubierta por una fina capa de vello muy corto casi imperceptible para la vista.

Más información sobre el gato Sphynx.

Devon Rex

El “gato alíen” tiene un pelaje que se limita a un simple vello en la piel. Posee orejas grandes, cabeza pequeña y ojos ovalados. Asimismo, su maullido también es característico por la agudeza en el sonido.

Más información sobre el gato Devon Rex.

Selkirk Rex

El gatito con pelo de oveja. Se trata de un gato grande con el pelo grueso, muy abundante y rizado. Es una de las razas más recientes que existen.

 Más información sobre el gato Selkirk Rex.

Scottish Fold

El Fold escocés es un gato de pies redondos y una cola bastante gruesa. Su cabeza es esférica y tiene las orejas plegadas. Además, esta prohibido el apareamiento entre estos animales entre si porque se produjeron muchos casos con anomalías óseas graves.

Más información sobre el gato Scottish Fold.

American shorthair

Conocido como el americano de pelo duro, es una raza procedente de EEUU. Su rareza esta en el pelaje. A pesar de parecer un gato normal a simple vista, el tacto con su pelo nos hará darnos cuenta de la dureza de este. Es áspero y al tocarlo salta hacia atrás cuando se le acaricia.

Más información sobre el gato American Shorthair.

American Curl

El Curl Americano se caracteriza por la forma de sus orejas dobladas hacia atrás. Se originó en California como resultado de una mutación y a día de hoy tiene el cartílago de estas muy frágiles.

Más información sobre el gato American Curl.

Bobtail americano

Gato robusto con una cola que puede llegar a medir 10 centímetros de largo y puede acabar curveada. Tiene las patas traseras mas largas que las delanteras.

Munchkin

El Munchkin es una raza creada por mutación genética natural que ha hecho que tenga unas patas más cortas de lo normal. Esto no le impide correr y saltar como al resto de gatos.

Más información sobre el gato Munchkin.

Pixie bob

Merece un sitio en esta lista por su mirada. Su origen no esta muy claro, pero la intención era crear un gato doméstico. Es un gato fuerte, con cabeza y hocico largo, orejas redondeadas y con mechones como los linces. Pero sin duda, lo más destacable son sus impactantes ojos y su apego a la familia. Algunos dicen que es el “gato perro”.

Ashera

El Ashera es un cruce entre un gato doméstico, el selval africano y el leopardo asiático. Y es que no es un gato más. Es el gato más caro y más grande del mundo. Cuesta alrededor de 17.000 euros debido a los pocos ejemplares que se crean cada año. Dado que es una raza obtenida por manipulación genética, no solo es el más caro, sino que sus características son exuberantes y lo convierten en una raza única que puede pesar hasta 12 kilos.



La edad del gato :claves para averiguar cuántos años tiene



Con la gran cantidad de gatos que se adoptan procedentes de la calle, a veces resulta complicado saber la edad del felino que tenemos en casa. Pero aunque sea de un modo aproximado, es importante saber en qué periodo de su vida se encuentra.

Las necesidades de un gato mayor no son las mismas que las de un cachorro. No requieren los mismos cuidados, ni la misma alimentación, ni puede tener las mismas enfermedades. Por eso, en este reportaje os vamos a dar algunos trucos para descubrir, si no la edad exacta, al menos la etapa por la que está pasando tu gato.

Cambios en la conducta
Lo primero en lo que puedes fijarte para averiguar cuántos años tiene un gato es su comportamiento. No es lo mismo un cachorro, que se pasa el día jugando, que un gato anciano, al que sólo le apetece dormir.

El gato empieza a interactuar con su entorno cuando cumple las tres semanas. Ahí comienzan los juegos, la sociabilización con los de su especie e incluso con otros animales y personas. Este periodo finaliza a las ocho semanas. Los comportamientos conflictivos comienzan entre los dos y los cuatro meses. Es en ese mismo momento cuando empiezan a sentirse atraídos por su mayor característica: la curiosidad.

Entre los cuatro meses y el año se da la madurez sexual. Que se produzca antes o después depende de la raza. A esa edad, cuando se produce el celo (generalmente entre finales del invierno y la primavera) comienzan a marcar su territorio con orina impregnada de feromonas. En esta fase hay que tener cuidado de que no salgan a la calle, y si lo hacen, es el momento ideal para esterilizar.

Cuando el gato cumple un año, y hasta los siete, se encuentra en su etapa adulta. Esto se nota en su comportamiento porque pasan menos tiempo jugando, y se vuelven más territoriales y dominantes.

En el paso de edad adulta a sénior se da entre los siete y los doce años, y el aspecto del gato es el mismo que durante la edad adulta, pero con aún menos ganas de jugar. Durante la tercera edad, a partir de los doce años, el gato cambia su aspecto y se nota en sus movimientos, en su disminución del apetito, en que pasa más tiempo durmiendo y que sus sentidos se deterioran.

Cambios en la piel
En los gatos mayores se dan cambios dermatológicos que pueden ayudarnos a conocer su edad. Los que tienen más de diez años, si sufren problemas de hipertiroidismo, pueden desarrollar un crecimiento exagerado de sus garras, se desgastan menos sus uñas y se clavan en sus espacios interdigitales.

El otro cambio se da en gatos mayores de 14 años: aparecen pelos blancos en la cara y el cuerpo. Además, el pelo se vuelve más seco y se descama la piel. Esto se debe a que el gato dedica menos tiempo a acicalarse y a que la piel, con la edad, se deshidrata más.

Cambios en los dientes
Los gatos recién nacidos no tienen ningún diente. Tienen que pasar tres semanas para que empiecen a salir los dientes. Pero es que realmente, hasta que cumplen un mes, no los necesitan, ya que se deben alimentar de la leche de su madre. Es pasado ese tiempo cuando el gatito empieza a comer pienso o, en caso de gatos salvajes, lo que consiga cazar.

Cambios en la vista
Los gatos mayores también experimentan cambios en su vista. A los doce años aparece la atrofia iridal senil, en la que se ven los bordes de las pupilas irregulares y, además, espacios en el iris.

Además, a partir de esa misma edad se empieza a notar la opacidad en el cristalino con la consiguiente pérdida de visión que sufre el gato. Esto se puede ver por el color azul grisáceo que adquiere el cristalino.


Fuente  mascotas.facilisimo.com

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