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martes, 12 de noviembre de 2013

¿Por qué mi canario no canta?



Un canario cantarín es capaz de alegrar el día a cualquiera, sobre todo si tenemos que pasar mucho tiempo en casa. ¿Pero qué hacemos si detectamos que no parece gustarle eso de cantar? ¿O quizás que ha dejado de hacerlo?

Lo primero que debemos tener claro es qué canarios cantan y cuáles no. Aunque parece algo muy básico, a veces hay un gran desconocimiento en lo referente a estas mascotas. Es muy sencillo de recordar: las hembras no cantan, mientras que los machos sí lo hacen. Tan fácil como eso… pero a veces son los propios criadores quienes no lo tienen claro. Las hembras tienen mucha facilidad para imitar los sonidos a su alrededor, por lo que podemos confundir sus silbidos erróneamente con cantos. Lo mejor es confiar en un experto que nos garantice (a ser posible mediante un certificado) que hemos comprado un macho, si lo que queremos es oírlo cantar, ya que para ojos no expertos puede ser difícil distinguir el sexo a simple vista.

Hay varios motivos por los que un canario puede dejar de cantar. El cambio de entorno es el más habitual, y quizás el que podemos pasar por alto más fácilmente. Si nuestro canario es sensible, algo tan simple como cambiar su jaula de sitio puede provocarle unos días de “asueto cantarín”. Si el cambio es más radical, por ejemplo de domicilio, puede que tarde unas dos o tres semanas en recuperar el ánimo. No debemos preocuparnos en estos casos, aunque sí estar atentos a su comportamiento y hablarle con cariño para que se acostumbre pronto.

La alimentación de estas mascotas también influirá bastante: además de su pienso específico y las semillas que queramos prepararle por nuestra cuenta, no nos olvidemos de incluir en su dieta algo de fruta fresca, al menos una o dos veces a la semana, y sobre todo de cuidar que su agua esté siempre limpia. Por otro lado, si observamos que estas mascotas dejan de cantar en verano durante un tiempo largo será algo perfectamente normal: probablemente estén en época de muda de plumas, durante la que no será habitual que los escuchemos.




Cómo tener pirañas en nuestro acuario


La idea de tener pirañas como mascotas suena un poco raro, ¿verdad? Pero si estamos cansados de los peces de colores, ¿por qué no probar con algo totalmente diferente? Hoy os contamos cómo tener pirañas en nuestro acuario, algo mucho más sencillo de lo que podéis imaginar.

Las pirañas son peces de río, y por tanto es muy importante que siempre tengamos la temperatura de su agua bien regulada. Lo adecuado es que no baje de los veinte grados y no suba más allá de los veintiocho; en cuanto a su PH, con un 5,5 bastará; no son especialmente exigentes en este sentido.

Hay varios tipos de piraña que podemos elegir como mascotas para darle originalidad a nuestro acuario, negras y rojas. Lo deseable es que compremos varias, unas cinco (se trata de animales que viven mucho mejor en sociedad), y por supuesto que no intentemos mezclarlas con otros peces. Son carnívoras, aunque las historias que se cuentan sobre ellas muchas veces son infundadas: no son peces sedientos de sangre predispuestos a saltar contra los humanos a la mínima de cambio. Es importante que tengamos precaución y no introduzcamos la mano en su agua así como así, puesto que el nerviosismo que les provocaría sí puede hacer que nos ataquen. Pero, aparte de esto, si las tenemos bien alimentadas con trocitos de carne o pequeños gusanos se mostrarán tranquilas y apacibles.

Las pirañas pueden reproducirse en cautividad sin problemas, siempre que encuentren que el entorno es el apropiado: por ello, es importante, si queremos llegar a ver “pirañitas” entre nuestras mascotas, que el acuario sea amplio y permita un mínimo de unos 100 litros de agua. Cuando las crías nazcan, debemos separarlas y alimentarlas bien, a ser posible con animales vivos. Es lo que les pide su instinto para desarrollarse en estos primeros estadios de su vida, y si no encuentran a su alrededor lo que necesitan puede que acaben devorándose entre sí.




Cómo alimentar a nuestra ardilla



No hay roedor más simpático y vivaz que la ardilla. Si lo que queremos es un pequeño compañero incansable, que no deje de corretear y de cotillear lo que hacemos, es sin duda la elección perfecta. ¿Pero tenemos claro cómo alimentar a nuestra ardilla?

Las ardillas son mascotas con mucho en común con los hámster o las cobayas, como podemos imaginar, pero aún así debemos tener claro en qué consiste su alimentación, qué le gustará más comer y a qué le hará ascos. En realidad, no se trata de un animal que vaya a darnos muchos problemas en este aspecto: se trata de roedores omnívoros, y como tales siempre estarán curioseando de lo que comamos. Sin embargo, su alimentación en el medio natural se basa normalmente en las semillas. Muchas de las comidas preparadas que encontramos en tiendas de animales o en supermercados (el hecho de que estas mascotas se hayan puesto tan de moda en los últimos años ha hecho que sea mucho más fácil comprar su alimento) están compuestas de ellas sobre todo. También podemos comprarles frutos secos (nueces, almendras, pistachos), que disfrutarán encantadas de la vida.

No sólo golosinas, deben comer verde

Pero tenemos que pensar no sólo en lo que les gusta, sino también en lo que necesitan para crecer sanas. Las ardillas son tan golosas como los hámsters con los frutos secos y nunca se cansarán de comerlos; somos nosotros quienes tendremos que cuidar que no se excedan o de otro modo caerán en la obesidad. Para prevenir el sobrepeso en estas mascotas, lo fundamental es que tengan sitio para correr a sus anchas, ya sea en la jaula o en nuestra vivienda, pero también es importante que al menos una vez a la semana les demos verduras frescas y frutas. Cuantas más, mejor; si conseguimos que se acostumbren a ello desde que son pequeñas su salud será de hierro.

Si queremos que su dieta sea todavía más variada, podemos comprar esos packs con insectos vivos que venden en las tiendas de animales. ¡Un postre de lo más exquisito para que nuestra amiga se frote las patas!


Fuente blogmascotas.com

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